Ozzy Osbourne se comió un murciélago


Durante la gira estadounidense de presentación de su segundo álbum en solitario tras ser despedido de Black Sabbath, Diary of a Madman, Ozzy Osbourne dejó ojiplática a la multitudinaria audiencia que tenía ante sí en el Veterans Memorial Auditorium de Des Moines, en Iowa. Vale, fue sin querer. Vale, no se dio cuenta. Vale, pensó que se trataba de un muñeco y no de un ser vivo. Pero vale, mordió la cabeza de un murciélago en pleno concierto.


Este suceso tan relevante para la historia del rock y que le convirtió en leyenda inmortal tuvo lugar el 20 de enero de 1982, hace hoy justo treinta años. Porque Ozzy ahora tiene pinta de estar muy loco, pero en los ochenta era capaz, según cuenta Nikki Sixx, bajista de Mötley Crüe, de esnifar una fila de hormigas, hacer aguas menores vestido de mujer delante de un grupo de gente con los que compartía hotel y, como colofón, lamer su propia orina y la de Nikki ante la estupefacción general.




El momento álgido de esta delirante dinámica tuvo lugar la noche de marras, hoy hace tres décadas, cuando alguien desde el público (un genio, un visionario) arrojó un murciélago al escenario. Confundido por las luces y la pasión del momento, Ozzy creyó que aquello que yacía a sus pies era un muñequito de goma, de modo que para seguir la gracia lo agarró, se lo llevó a la boca y le arrancó la cabeza. Incluso el animalito se revolvió y también llegó a morder a nuestro loco héroe. El rockero ya había protagonizado un incidente similar poco antes con una paloma en una fiesta de su discográfica, pero hay que admitir que en Iowa cruzó la delgada línea roja. 

Para ilustrar la historia, mejor que sea el propio protagonista quien rememore aquellos instantes de gloria (se recomienda imaginarle con un fabuloso gesto de asco): "Inmediatamente pensé que algo iba mal, muy mal. Desde el primer momento, mi boca se llenó de ese caliente y asqueroso líquido, con el peor sabor que uno pueda imaginar. Podía sentir cómo estaba manchando mis dientes y bajando por mi barbilla. Oh joder, pensé, realmente no me he comido un puto murciélago, ¿no?". 

Pues sí amigo, sí, te comiste un puto murciélago. Y como todos los actos tienen sus consecuencias, la noche no acabó con la tradicional épica farra, sino que tomó un camino no previsto inicialmente y dio con Ozzy en el hospital recibiendo tratamiento contra la rabia. Se desconoce si las secuelas de tanta vacuna antirrábica le hicieron creer años después que era buena idea protagonizar junto a su familia un reality sobre su vida diaria. Pero desde luego no es algo descartable al cien por cien. Con uno de los Osbournes nunca se sabe.

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