Extremoduro de concierto en Sevilla

Ha vuelto: Robe Iniesta y su grupo hace doblete en Sevilla y arranca la gira, que sin ofrecer demasiadas sorpresas, congregará una de las mayores parroquias del rock nacional.

Mientras los cimientos de la industria cultural se tambalean ante la subida del IVA, miles de fieles agotaban las entradas para los dos conciertos con los que daba inicio en Sevilla la gira de Extremoduro, Robando perchas del hotel, un tour que se ha saldado con 100.000 entradas vendidas
Os dejamos con la crítica de la revista Rolling Stone.

En el corazón del fan de la banda de de Plasencia, ése al que le encanta hacer el botellón económico frente al auditorio donde se celebra el concierto, no cabe la palabra crisis. Al menos no entra en juego el término cuando el asunto va de soltar el parné a cambio unas horas de ilusión. El ritual de entrada a un concierto de rock urbano como éste es un tópico de por sí: gente ataviada con camisetas de Ramones, The Clash o la palabra-sentencia “Puta”, con la que los extremeños provocaron esa misma noche uno de los momentos más rabiosos de la velada; férreo control de acceso por parte del personal de seguridad; figuras tambaleantes ya tocadas por los tragos previos y la excitación de volver a ver a los de Robe Iniesta sobre un escenario…

El rock, debilidad de tantos y tantas, estuvo presente el viernes en la Isla de la Cartuja. Desde las gradas (poco duraron los asistentes sentados en las butecas), miles de cabezas reflejaron el único motivo por el que se siguen montando estos saraos en directo: simple y pura emoción comunitaria.

Extremoduro aparentan encontrarse en un trance de madurez bien encajada. Encima del escenario, tras un tiempo retirados de la carretera, parecían por momentos una intensa banda neonata capaz de acumular bolos sin perder un mínimo de entrega. Y hay que tener en cuenta que hablamos de unos tipos que ya sobrepasaron las dos décadas de actividad al límite.

Aunque el concierto sevillano sonó en ocasiones demasiado sobrio. El tono más acerado, combativo y callejero de sus primeros trabajos quedó aparcado en un principio, y desde el momento en el que comenzaron a centrar parte del repertorio en temas de sus dos últimos álbumes (con especial hincapié en todos los ‘movimientos’ que dan vida a su disco de 2008, La ley innata), quedó claro que las perlas irían cayendo en el último tramo de actuación.

La combinación de punk pitillero, heavy castizo y rock transgresivo fue adquiriendo mejor cuerpo conforme se sucedían los diversos parones de veinte minutos que estipuló la organización, así hasta enfilar vencedores la meta de una carrera donde todos acabaron ganando; De allí se salía con la satisfacción de haber vivido una nueva muestra de comunión multitudinaria.

Sonaron Tango suicida, Salir y Si te vas… Y también soltaron lastre con Sucede, So payaso, Puta, Ama, ama, ama y ensancha el alma o un Me estoy quitando inesperado que nos devolvió esa imagen de rock suburbial y de extrarradio de principios de los noventa. “Ha merecido la pena pagar 27 euros y ha merecido la pena pasar calor”, comentaba un seguidor en la página de Facebook del grupo.

Fuente: Rolling Stone

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